Kelvin era el niño que siempre mantenía una actitud
positiva, a pesar de su corta edad todos en la ciudad hablaban de Él. La
habilidad de Kelvin, era expresar una actitud positiva ante una situación
difícil, con apenas 12 años de edad era
el niño más destacado de la escuela por su alto coeficiente en las materias y su
rendimiento atlético.
Las instituciones más prestigiosas de la colonia buscaban a Kelvin para reclutarlo ni bien terminando sus estudios escolares
para que pueda integrarse en una de las
mejores universidades.
Como cada año era costumbre, en el mes de febrero Kelvin y
sus padres salían a las afueras de la ciudad para acampar y pasar un verano
soñado, así lo hicieron después de un recorrido
sobre ruedas, habiendo acabado la autopista continuaron a pie. Luego de haber
caminado durante 2 horas para llegar al lugar indicado, con una gran sensación llegaron exhaustos pero a la vez
satisfechos. Ya instalados y casi por anochecer el padre de Kelvin tuvo que salir
a buscar la leña para hacer la fogata y así lo hizo, mientras Kelvin esperaba animosamente, el cielo comenzó a oscurecer, los grillos a cantar y el silencio abrazar. Ya de noche
el padre de Kelvin no había vuelto y en medio de la preocupación y tristeza Kelvin y su madre se echaron a dormir. Ya de muy temprano angustiado y deseoso de ir
en busca de su padre para ver que le había sucedido, mientras caminaba en medio
de su angustia que crecía dentro de él se esperaba de lo peor. Ya en medio de
su fatiga por el largo día a lo lejos alcanzo a ver un bulto lo cual lleno
su curiosidad, entonces comenzó a aproximarse cuando de pronto vio, era su padre tendido en el suelo. Entonces Kelvin comenzó a hablarle pero sus esfuerzos eran inútiles, ya que su padre había resbalado
y al caer se dio un golpe en la nuca dejándolo sin vida, él no podía creerlo
porque su padre le enseño todo lo que había aprendido y que gracias a él era la
persona que era. Estando tendido delante de su padre sin poder hacer nada cuando de pronto, siente un abrazo enorme y
a la vez muy tierno y dulce, era su madre quien le dijo: no temas hijo mío, aún me
tienes a mí. Levantándose se echó sobre sus brazos y con una actitud de bomba fijamente
miro a sus ojos y le dijo: En la vida siempre tengo que tomar decisiones y
elegir en cómo quiero vivir, no importa el problema que se me presente, mientras
mi sueño sea más grande que los problemas siempre tendré éxito.